08 septiembre 2018

¡Felicidades Gustav!

Echando la vista atrás, cada 8 de septiembre...

Qué vidas tan diferentes. 

Fuiste mi primer amor y nunca voy a olvidar todas las fantasías que me montaba. No me interesa conocerte, ya no, ya has pasado a ser esa parte que se queda escondida en una cajita en el corazón, que cada año gusta sacar, desempolvar y volver a revivir ese sentimiento tan puro e inocente que me diste sin saberlo. 

Me veo frente al ordenador, viendo fotos tuyas, videos donde podía escucharte hablar, tener celos por chicas con las que sabía que no podía siquiera medirme, rumores de si eras gay, rumores de tus amoríos, blogs de tus gustos, de 100 preguntas con sus 100 respuestas, sabía tu color favorito, tu canción favorita, tu peor día, tu número de pie y tus alergias. ¿Y tú de mi? Nada. Pero ahí seguía, día tras día esperando ver algo nuevo, y sino, volvía a repetir todo mientras lloraba besando una foto tuya impresa. Nunca he vuelto a sentir cómo me emocioné al pensar que respirábamos el mismo aire aquel 6 de abril en Madrid, te tenía a pocos metros, grité por ti como nadie y más tarde volví a llorarte estando tu a kilómetros de mi. Qué tonto suena todo ahora, pero eras lo único que me hacía sonreír entre tanta pena. 

Te casaste y fuiste padre, te construiste una vida y ahora una casa. Tú y tu familia sois felices, y no hay persona en el mundo que se alegre tanto por ti como yo ahora mismo. Siendo sincero, yo antes era creyente y solo puedo decirte esto "Dios, si yo no puedo estar con él, si yo no puedo hacerle feliz, por favor te pido que le mandes a alguien que le haga tan feliz como yo le hubiese hecho a él". 

Felicidades. 

Felicidades por haber encontrado tu sitio, por haber conseguido la felicidad, por haber luchado por lo que quieres y por darme de nuevo esa sonrisa bobalicona que se me pone sin darme cuenta. De todo corazón, felicidades.

Siempre estaré, entre gritos y empujones, disfrutando de ti. 

Jesús. 





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